LITERATURA INGLESA
Christopher Marlowe (1564-1593)

Rev. 6 noviembre 2006

The tragical story of doctor Faustus (La trágica historia del doctor Faustus, 1588-1592)

Supuesto retrato de Christopher Marlowe, en el Corpus Christi College, Cambridge (7K)

De esta producción de Marlowe se conservan dos versiones diferentes, una más breve (texto A, edición de 1604) y otra más extensa (texto B, edición de 1616). La calidad y el tono de la obra son heterogéneos, en parte debido a la suma de escenas escritas por otros autores. Las escogidas para comentar en clase son, con seguridad, de Marlowe. Veremos primero cómo el ambicioso Fausto le vende el alma a Lucifer a cambio de veinticuatro años de vida y el servicio de Mefistófeles. Luego presenciaremos cómo, vencido el plazo, ha de cumplir su parte del trato.

Fausto, rodeado de libros en su estudio, ambiciona alcanzar lo máximo que puedan ofrecer las disciplinas que conoce. Pero la lógica no sirve sino para discutir bien, la medicina no da la inmortalidad ni la resurrección de los muertos, el derecho es demasiado servil y, en cuanto a la teología, la Biblia enseña que somos pecadores y que el castigo del pecado es la muerte. Así pues, Fausto decide probar la magia. A su invocación aparece Mefistófeles, sirviente de Lucifer. Fausto se ufana del poder de sus encantamientos, aunque Mefistófeles le explica que los diablos acuden donde hay almas en peligro de condenarse. Lucifer fue una vez ángel queridísimo de Dios, pero se convirtió en príncipe de los diablos por orgullo ambicioso e insolencia. «Ve y llévale estas noticias al gran Lucifer, viendo que Fausto ha incurrido en muerte eterna por pensamientos desesperados contra la divinidad de Júpiter. Dile que le rinde su alma para que él le salve veinticuatro años, y que le deje vivir en toda voluptuosidad, que te tenga a ti siempre para servirme, para darme todo lo que te pida, para decirme todo lo que te pregunte, para que mates a mis enemigos y ayudes a mis amigos, y para que seas siempre obediente a mi voluntad» (III, 80-90).

Fausto ha de firmar el pacto con su propia sangre. Fausto desea una esposa. Un diablo disfrazado de mujer le quita el deseo. Mefistófeles le promete que tendrá por concubinas a todas las mujeres hermosas del mundo, y le enseña a dominar los elementos y a convocar un ejército. Lucifer le advierte que no debe pensar en el Cielo. Luego Fausto conversa con los siete pecados capitales. Después viaja por el mundo, conociendo al Papa y al Emperador. Le permiten ver por un momento a Elena de Troya, que se desvanece cuando Fausto desea abrazarla.

A lo largo de la obra Fausto ha desdeñado las oportunidades de arrepentirse que se le han presentado, hasta que la hora de entregar el alma se aproxima irremediablemente. En vano intenta implorar la ayuda divina. Quisiera que la tierra se lo tragase. Si la condena no fuera eterna, sino que pudiera salvarse al cabo de cien mil años en el infierno, o si careciera de alma, o esta se reencarnase en algún animal... La última frase que grita antes de que se lo lleven los diablos es «¡Quemaré los libros!». Demasiado tarde.