Universidad de La Laguna
rev. 2019-02-26

Recursos bibliográficos y electrónicos para mediadores lingüísticos

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Varios

Internet, la mayor biblioteca del mundo

El título del seminario dice «bibliográficos y electrónicos» con ánimo de incluir todas las técnicas de documentación que queramos cubrir, pero dado el escaso tiempo del que disponemos, vamos a centrarnos más concretamente en la utilización de Internet como herramienta de consulta para mediadores lingüísticos.

No cabe duda de que Internet es la mayor biblioteca del mundo, y que cuenta con la considerable ventaja de que podemos acceder instantáneamente a recursos situados en cualquier parte del mundo con solo introducir la expresión correspondiente en un buscador como Google. También contamos con la ventaja de que, por ejemplo, la consulta de un diccionario en línea es mucho más rápida que el manejo de un volumen impreso en papel.

Otra de las ventajas de Internet tiene que ver con su continua actualización. Las enciclopedias libres de Internet contienen información detallada y actualizada, por ejemplo, sobre el gobernante recién elegido para un cargo. La actualización la llevan a cabo especialistas, que nos informan, pongamos por caso, de la última ley utilizando la terminología técnica establecida. Es fácil averiguar la denominación precisa y actual de muchos organismos oficiales con solo visitar su sitio web.

También está, por supuesto, el hecho de que Internet es multilingüe, de modo que resulta sencillo encontrar la misma noticia de actualidad redactada en infinidad de lenguas, lo que permite al traductor o intérprete averiguar al instante los equivalentes en otras lenguas de términos que circulan recientemente en las noticias y que aún no han llegado a las versiones impresas de los diccionarios. Por eso en nuestra lista de enlaces útiles incluiremos periódicos y emisoras de radio en línea.

Lo que ocurre es que, si bien el acceso a la información en cierto modo se ha universalizado, también se ha facilitado la publicación. Cualquier persona se puede convertir en emisora de información. Eso significa que cuando consultemos Internet debemos esforzarnos por evaluar la fiabilidad de las fuentes que estemos manejando.

Dada la riqueza de información disponible en la red, la reunión de un repertorio de referencias útiles para el mediador lingüístico se convierte en una labor de exploración y en un proceso esencialmente autodidáctico. Será cada cual quien busque, en función de sus preferencias personales y de la naturaleza de la tarea que deba realizar y del entorno en que la deba llevar a cabo, las herramientas y obras de consulta que mejor servicio puedan rendirle.

Aunque nos vamos a centrar fundamentalmente en los recursos en línea, Internet nos puede ayudar también en lo que se refiere a libros y recursos informáticos. Si bien no vamos a encontrar todos estos recursos gratuitamente en Internet, sí es posible encontrar reseñas de esos diccionarios y programas, lo que nos ayudará a decidir si merece la pena adquirirlos. Hoy en día es posible, incluso, «hojear» un libro en Internet de modo parecido a como lo haríamos en una librería cuando hemos de decidir si comprarlo. Por ejemplo, en librerías en línea como Amazon, es posible ver la reproducción de las páginas del índice, de la introducción y alguna que otra del propio contenido. Obviamente, no pueden reproducir toda la obra, pero eso muchas veces nos sirve para descartar un diccionario que no es lo bastante detallado para nuestras necesidades, o cuya tipografía nos parece incómoda, o por el contrario para lanzarnos a comprarlo, bien por Internet, bien encargándolo en la librería más cercana.

Evaluación de las fuentes

Para evaluar la credibilidad de las fuentes habrá que contemplar la autoridad de quien presenta la información. En el caso concreto de la traducción y la interpretación, disponemos de los sitios oficiales de organismos internacionales. También existe la posibilidad de consultar bases de datos lingüísticas elaboradas por instituciones investigadoras contrastadas.

El recurso a fuentes serias es importante. En el caso del inglés la terminología técnica está bastante unificada. No así en el caso del español, donde cada traductor con frecuencia se ve obligado a idear su propia traducción, como revela, a modo de ejemplo, un pequeño experimento de Fernando A. Navarro, del Servicio de Traducción de los Laboratorios Roche (v. el artículoTraductores profesionales y profesionales traductores en los albores de una nueva era): haciendo la búsqueda de unas siglas en Internet, las 150 primeras páginas encontradas en inglés coinciden todas en el mismo término técnico, mientras que en las 150 primeras en español aparecen 44 traducciones distintas, algunas de ellas francamente erróneas. Es la diferencia que hay entre una lengua traducida y la lengua de la traducción. Por eso, para que una lengua sea verdaderamente importante en Internet necesita desarrollar una terminología homogeneizada. En esa línea, el francés cuenta, por ejemplo, con el Grand dictionnaire terminologique de la Office québécois de la langue française.

Lo interesante es que los organismos que desean establecer una terminología normalizada suelen poner el material a disposición del público en Internet, aunque no siempre gratuitamente. También encontramos asociaciones de profesionales de un determinado campo que deciden colaborar y de ese modo construir la base de datos o la obra de consulta entre todos, de modo que todos ellos se benefician de la obra abierta y gratuita. Un ejemplo de este enfoque es Wikipedia, enciclopedia libre escrita de forma colaborativa por voluntarios.

En ese mismo espíritu, nosotros mismos, al elaborar nuestra lista de recursos para uso propio, podemos publicarla en Internet para provecho de otros usuarios. Incluso quien sea reacio a compartir los frutos del trabajo debe valorar que, en el caso de quienes trabajen por libre, una página web útil puede servir para hacerse un poco de publicidad. Fijémonos en que también las grandes compañías que venden programas informáticos ofrecen versiones gratuitas para atraer la atención de los potenciales clientes.

En esa lista no bastaría con indicar el enlace, sino que también habría que valorarlo, incluyendo una breve descripción que nos serviría para guiarnos cuando la colección de enlaces vaya creciendo. Hay muchos sitios parecidos y no siempre los nombres de los sitios nos ayudan a recordar que ahí es donde una vez vimos un glosario muy útil para determinada tarea o aquella lista de sugerencias tan adecuadas a nuestro cometido. Para evaluar el sitio web podemos usar una plantilla (descargar plantilla en PDF, 17 kb, o descargar plantilla en Word, 49 kb).

Algunas iniciativas de particulares, tipo Wikipedia, cuando tienen éxito, pueden constituirse en normas o estándares de facto, ya que muchos traductores o escritores las consultan, seguramente más que esas otras obras elaboradas por organismos que se consideran depositarios de la «versión oficial», pero que la esconden en voluminosos glosarios de precios prohibitivos.

Cómo hacer un glosario

Probablemente el uso de tablas sea el más adecuado, porque permite ordenar los datos según distintos criterios: por los términos de una lengua, por los de la otra (a partir de una misma tabla se pueden elaborar vocabularios es-en, en-es, es-fr, fr-es, en-fr, fr-en); por campos semánticos, etc. Es una forma sencilla de crear una base de datos que irá creciendo paulatinamente con términos que realmente necesitemos en nuestra actividad habitual.

Nuestros repertorios no han de limitarse a vocabularios, sino que podemos elaborarnos cuadernos de citas, en los que reuniremos fórmulas y párrafos completos que se repiten frecuentemente con variaciones. Siempre será más fácil modificar un modelo existente que elaborar todo desde cero. Esto es particularmente útil en contextos donde hay que traducir formularios, documentos administrativos o jurídicos. Europass ofrece, por ejemplo, un currículum vítae (CV) normalizado para moverse por el viejo continente.

Traducción asistida por ordenador

Los programas de traducción asistida por ordenador suelen incluir herramientas para el manejo de glosarios multilingües. Estos programas son normalmente programas de memoria de traducción: cuando estamos traduciendo, nos hacen sugerencias basadas en traducciones anteriores que tienen almacenadas.

Bibliografía

En la biblioteca de la ULL podemos consultar algunos libros sobre el tema: